Cuando Mauricio “Mauri” Puy (*) logró la clasificación al
Ironman de Hawaii 2012 en el pasado Ironman de Brasil escribió un excelente y
detallado relato de su logro y todo su significado.(Ver el relato original )
Pocos días después una amiga suya (María Belén) utilizando
la palabras y frases que más le gustaron de ese relato dio forma a este
bellísimo texto. IM perdible.
(*) Triatleta y Abogado de San Pedro (Buenos Aires) nacido
en 1967 y,por sobre todas las cosas, una grandísima persona.
Pasaporte a Hawaii
No hay mucho para agregar,
Para descubrir.
Ese paraíso al cual nos encomendamos
Desde hace cuatro años.
Mil kilómetros antes ya sentía la arena
resbalar en mis pies junto al agua templada del mar.
Las horas transcurrían y nos acercábamos al destino.
Mi objetivo era preciso.
Ya nada era igual.
Por dentro, una revolución a punto de estallar.
Y esa ansiada plaza a Hawai
El objetivo: por encima de los medios.
Dispuesto a romper con las reglas,
A jugar con el instinto.
El instinto y la temperatura de la sangre
Guiarán las próximas horas, la prueba.
El gran desafío: hacerse cargo de los riesgos.
Me acomodé en la margen izquierda.
Comencé a nadar.
Eficaz brazada.
Entretenida concentración.
Y en un respiro estaba barrenando
Y los pies en la arena.
Pude escuchar a Josecito: “dale papi”!!
Me llegó la costa sin darme cuenta.
Salí a pedalear muy entero.
Me alcanza, me mira.
Salió adelante.
Me prendí fuego.
Sin pensar salí a buscarlo.
Mi primer acto instintivo.
Fuera de libreto, pura sangre.
Atropellos a la razón.
Y largué una carrera alocada.
Tratar de escaparme de alguien no estaba en mis planes.
Encendido, fuerte y decidido.
Mis piernas, entumecidas.
Nunca dejé de pedalear.
Quería consolidar esa distancia.
En mi cabeza: una lucha feroz.
Se habían encontrado los dos.
El deportista maduro, sólido.
Y el insensato, ambicioso.
Con estos dos mounstros peleando. Me sentí aturdido.
Como actuar? Como controlar mi energía?
Salí decidido a conectar, a buscar.
Llegar lo antes posible.
Siempre los tenía a la vista.
Fue dura la persecución.
Me propuse no enloquecer.
Confiar en mí. Rodar como lo venía haciendo.
Creo que me esperó. A él también le servía copiar
mi ritmo.
Ya no hubo más desequilibrios.
Ya quedaba menos.
Seguía avanzando posiciones.
El viento estaba de la costa. Yo en la recta final.
Sólo quedaba recorrer mil metros sobre la bici.
Y llegar a la transición.
Me dispuse a correr.
Continué con el desafío.
Pude mantener un paso ordenado.
Ya no había que arriesgar más.
Tenía que amigarme con la prudencia.
Transcurrieron los próximos kilómetros.
Con todas las sensaciones a cuesta.
Sin sobresaltos, sin descarrilar.
Las chances de supervivencia no eran muchas.
Pero la mente hace maravillas.
Corporalmente ya casi no tenía respuestas.
Mis gemelos a punto de estallar.
Ya nada amortiguaba.
Por convicción fui recuperando el trote.
Doblé la última esquina.
Ya estaba sobre la pista final.
Como explicar lo que se siente cuando uno mira al frente?
El sol todavía bien alto.
A mitad del camino: el campanario.
Seguía respirando hondo. Exhalando con fuerza.
Mantenerme erguido.
No apurarme. No retrasarme.
Solo sostener.
Con eso alcanzaría.
Siempre me pasa lo mismo.
Las emociones fuertes arrugan mi cara. Mojan mis ojos.
Fue un momento de nostalgia.
Se me vino a la mente mi primer IRONMAN.
Las cuadras se me venían encima…
Y me acercaba a la
Isla…
Perdón: a la
Meta!
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