Por: Soledad Blardone sblardone@infobae.com
Un estudio de los participantes de esa carrera, desde 1947 hasta el año pasado, reveló que su mortalidad es un 41% inferior a la del resto de los hombres que viven en Francia. La respuesta
REUTERS
Los sorprendentes resultados de la investigación fueron presentados en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, que se celebró esta semana en Amsterdam, Holanda, y se basan en el estudio de los 786 ciclistas franceses que participaron en la carrera desde 1947, cuando se reanudó la prueba tras la Segunda Guerra Mundial.
En el período estudiado (1947-2012) "la mortalidad (por cualquier causa) de estos deportistas de alto nivel fue un 41% inferior a la del resto de hombres que viven en Francia", declaró a la AFP el profesor Jean-François Toussaint del Instituto de Investigación Médica sobre el Deporte (IRMES), que ha realizado el informe junto a los investigadores Eloi Marijon y Grégoire Rey.
Los ciclistas profesionales que toman parte en el Tour viven de media seis años más que el común de los mortales, pese a los problemas de dopaje y las muertes prematuras de corredores como Tom Simpson, Marco Pantani o Laurent Fignon.
"También hemos estudiado el dopaje a lo largo del tiempo y no hay ninguna diferencia de mortalidad", aseguró el experto, aunque admitió que "para el período más reciente -desde inicios de los años 1990 y con la entrada masiva de la hormona Eritropoyetina (EPO) y la de crecimiento, sumadas a la confesión de Lance Armstrong- no se tiene suficiente perspectiva a largo plazo". "Por el momento, no hay un impacto medible en la última generación de atletas. De ahí la necesidad de continuar el estudio", indicó.
Los franceses representan un 30% de todos los participantes en el Tour que han terminado al menos una vez la carrera, según los autores del estudio, quienes precisaron que se conoce la totalidad de las causas de mortalidad desde 1968.
Los expertos informaron que la esperanza de vida de estos ciclistas es como media unos 6,3 años superior al del resto de la población masculina. "Este aumento de la esperanza de vida es válido para todas las franjas de edad, salvo para los menores de 30 años, que tienen la misma tasa de mortalidad que el resto de población", como consecuencia de los riesgos traumáticos (accidentes, caídas, etc.), señaló Toussaint.
No obstante, los autores destacaron que los participantes en un Tour forman parte de una selección de atletas de élite con buena salud. Además, aseguraron que el resultado al que arribaron se explica por la relación entre la forma física y la esperanza de vida: muchos de los corredores siguen practicando deporte después de su retirada como profesionales y pocos fuman. Sin embargo, resta saber si existe también alguna predisposición genética que alargue la vida de estos atletas.
Los efectos potenciales del dopaje han sido analizados midiendo la tasa de mortalidad de los años 1950-1960 -época del apogeo de las anfetaminas- a los años 1970-1980 -en el surgimiento de los esteroides anabolizantes-, donde la mortalidad no varió.
Pese a las nuevas formas de dopaje, en las dos últimas décadas la longevidad de los deportistas franceses tampoco se ha reducido. En tal sentido, los investigadores advirtieron que es imposible estimar el período de vida de los ciclistas de esta última época.
Finalmente, Toussaint indicó que ahora se deberían confirmar los resultados haciendo un estudio similar con los ciclistas de otros países.
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